domingo, 6 de abril de 2014

Un hipster de la agricultura en Hernán Cortés

Viriato tiene una “isla ecológica” dentro de su casa aunque vive rodeado de “un océano de venenos”


Este topógrafo de profesión y ecologista de convicción dedica los fines de semana a mimar un huerto casero. Aunque es leonés de nacimiento y vive en Madrid por trabajo, el destino le llevó a Hernán Cortés (Badajoz), un pueblo de las Vegas Altas del Guadiana que gira alrededor de la agricultura de monocultivo, a la que ha declarado la guerra.


Viriato, en su huerto casero de Hernán Cortés

Más por ideales que por moda, Viriato Fernández siembra desde hace dos campañas productos orgánicos dentro de la casa donde convive con su pareja y, desde hace menos de un año, con una pequeña con la que babea en cualquier conversación “tengo unas ganas de que llegue el buen tiempo y enseñarle a la niña la cosecha…”. Su hija -según dice- es ‘menos bicho’ que los pulgones, hormigas, cochinillas, etc. que le invaden el huerto.

Para combatir los insectos, Viriato utiliza armas naturales: “tu rocías con extracto de ajo a las plantas y eso no le mola a las orugas” asegura en tono dicharachero pero rápidamente se lamenta al narrar cómo los métodos contra las plagas que utilizan los grandes agricultores de la zona han hecho más fuertes a sus competidores “hay unas hormigas en Hernán Cortés inmunes a todo, le echas veneno y pasan por encima” afirma. Como repelente también intercala plantas aromáticas como hierbabuena, tomillo o romero.

La experiencia y observar a diario cómo evoluciona su tierra ayudan a este extremeño de adopción. Por ejemplo, el pasado año se dio cuenta que las verduras estaban llenas de animales usurpadores pero “curiosamente donde estaban las cebollas no había ningún bicho”. ¿Qué ha hecho este año? Rodear los bancales de cebolla, ajo y puerro.



Viriato lucha con sus métodos apoyado por los libros como ‘La vida en el campo y el agricultor independiente’ de John Seymour. Según cuenta, tiene obras repartidas por todos los baños “en vez de entretenerme leyendo una novela o la etiqueta del champú, ojeo mis libros de consulta”. Para su cumpleaños se ha pedido uno de Jean Paul Collaert ‘Plantas para curar plantas’. 

Esto demuestra que no deja lugar al azar, pero también se aprovecha de los profesionales que tiene a su alrededor: “les cuento mis problemas y muchas veces se ríen pero al final me ayudan. Hace poco me han aconsejado echar el abono directamente al agua”. 

Hernán Cortés es un pueblo peculiar. Tiene menos de 1.000 habitantes y está rodado de frutales y arroz. Los mosquitos hacen estragos desde que llega la primavera y sobre todo, en verano. Últimamente su equipo de Tercera División –que representa a la menor población de España en esta categoría- es el responsable de que Extremadura lo pueda situar en el mapa. La mayor parte de los cortesinos se dedica al sector primario. “El peluquero también es agricultor, los cuidadores sociales cuidan a los hijos de los colonos…” así narra el protagonista la relación entre la agricultura y esta pequeña localidad. 

Pero no todo el mundo está concienciado con la agricultura ecológica: “me indigno cuando mi suegro me ofrece curar las malas hierbas con herbicida”. Viriato sostiene que las plantas competidoras –como prefiere llamarlas- pueden servir como abono “evitar el ‘veneno’ aumenta la fertilidad de la tierra y, con el tiempo, las plantas se vuelven más resistentes”

En cuanto a la inversión realizada, no le preocupa demasiado. Sólo se ha gastado más dinero en el riego por goteo y un programador. Además, indica que no le duele invertir parte de su sueldo y aprovecha lo que tiene a mano “la ortiga combate a los hongos, ¿cuánto cuesta una ortiga? Nada. Al fin y al cabo, todo sale de la naturaleza. La industria lo único que hace es sintetizarlo”. 


A día de hoy, dice estar contento con su cultivo: “Yo le noto en auge, ya me han salido zanahorias y cebollas; y han germinado los tomates y los pimientos”. En su agenda tiene apuntado plantar la col lombarda, la coliflor, el repollo y las coles de Bruselas. Eso sí, nunca baja la guardia contra el pulgón, su gran enemigo “ahora tengo que echar jabón potásico, que ataca al bicho. Le reblandece el caparazón y mueren asfixiados”.

A la historia del huerto hay que sumar lo más importante: el resultado final “recolectado en su punto de maduración”. Viriato lo define así: “las naranjas están dulces y la cebolla huele a cebolla que tira para atrás”.

De esta manera, Hernán Cortés se ha vuelto un pueblo con más matices, gracias a este leonés que llegó para aprender y que sueña con poder instalarse definitivamente en su casa y dedicarle al huerto muchas más horas. Mientras, tendrá que conformarse con compartir con sus pasajeros de Blablacar cómo crecen sus judías verdes y la integración de las súper hormigas con los otros insectos a los que ya está cogiendo hasta cariño.


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